viernes, 5 de junio de 2015

UNA CUESTIÓN DE PERSPECTIVAS






    Tanto  las ilustraciones como el relato de Marta y el baúl se mantienen en una especie de limbo que escapa a toda suerte de categorías. Es un libro que pueden leer niños mayores y también adultos y por ende, las ilustraciones, inspiradas en la lectura de un relato que se resiste a ser limitado, tampoco pueden ser consideradas dentro del concepto "infantil". Una mujer adulta cuenta su vida, no siempre fácil y exenta de amargura a una niña que amenaza con crecer y despertar al mundo. Es por eso que los dibujos no escapan tampoco del tono nostálgico de la lectura, de ahí la falta de sonrisas, tan típicas de los cuentos infantiles y el blanco y negro constituido en un lenguaje propio del pasado...


     Y sin embargo la concepción final del libro si ha conseguido atrapar ese espíritu infantil del juego, y efectivamente ha jugado con las ilustraciones, convirtiéndolas a veces en rompecabezas para intentar adivinar dónde se sitúa en el dibujo principal la figura separada que encabeza cada capítulo, o arrancando dichas figuras de su contexto habitual y confundiendo al lector que intenta identificar su verdadero significado... y sobre todo, las ilustraciones han jugado a situarse en las diversas perspectivas, invitando al lector a mirar desde el techo, a la manera de un espía que da caza a dos amantes, o a imaginarse él mismo siendo un insecto en una biblioteca desierta, o siendo testigo de un final en el que una ciudad entera se deshace mientras contempla el amor incombustible de la tía y la sobrina...


    Juego hay en los homenajes a las lecturas de Kafka, las Bibliotecas de Borges, las perspectivas múltiples de Escher y los relatos de Lewis Carroll. Juego inevitable de aquellos que siguen alargando la infancia...










            







Uno de los dibujos principales, El pozo de los libros, y la figura extraída del contexto que encabeza el capítulo.





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